Es habitual escuchar que los actos violentos materializados por las personas durante los partidos de fútbol son producto del malestar social provocado por los problemas económicos, sociales y demás miserias vividas por los individuos que acuden a estos espectáculos semanales.
De esta forma, los eventos futbolísticos domingueros se transforman en un momento de catarsis social, donde el estadio sería el consultorio, el equipo y su DT serían el psicólogo, y el fútbol la terapia.
¿Quién se atreve a poner en
discusión el grado de efectividad de este fenómeno de asistencia psicosocial
por sobre (por ejemplo) el impacto de las palabras de Claudio María Domínguez o
la misa de los domingos en donde son absueltos nuestros pecados (para poder
volver a cometerlos “de CERO”)?
Desde ahora, cuando usted vea
algún individuo de aspecto desarreglado, insultando a su prójimo mientras agita
hacia arriba y hacia abajo una bandera, o propinando una paliza a una persona
de la hinchada (propia o adversaria) con auténtica pasión y compromiso por
demostrar su hombría, ya no verá un vil ser humano de la más baja calaña. De
ahora en adelante, usted verá una persona que está resolviendo los conflictos
con su “yo” y “súper-yo”, que será devuelta a la sociedad al lunes siguiente,
con un mayor grado de paz interior, equilibrio y amor.
¿Qué pasa si uno piensa que el
entorno del fútbol es así, más allá del humor social? ¿Qué pasa si el fenómeno
de violencia en el fútbol no se entiende como una terapia sino como un mal en
sí mismo?
¿Cómo sería la política si
creyéramos que se contagió con esta cultura “barrabravista” y se maneja con sus
mismos códigos?
De ser así, los partidos
políticos serían como cuadros de fútbol, sus dirigentes, como el equipo con su
cuerpo técnico y los militantes serían aquellos individuos que entienden al
fenómeno político como una cuestión
pasional, donde la camiseta se defiende en “las buenas y en las malas”, más
allá de los medios a los que se acuda para ganar el partido (la confrontación).
Un gol hecho con la mano sería una bendición, si el árbitro lo cobra. Un falso
penal a favor sería vanagloriado, y cualquier discurso del goleador violento y
tramposo sería tolerado y justificado por la hinchada, porque a los ídolos no se los cuestiona.
Si el ídolo es Cristina y la
hinchada es La Juventud K, los casos
de corrupción serían todas las veces que metieron un gol con la mano mientras
el árbitro, que sería el juez, miraba para otro lado o era invitado a retirarse
por no ser imparcial. Cualquier cosa que se diga cuestionando al equipo o la
hinchada sería tomada como una actitud “gorila”, y esa persona terminaría probablemente
insultada y desacreditada, sin importar el grado de verdad de los motivos que
la motorizaba.
Lo lindo del fenómeno de la
hinchada de fútbol es lo irracionalmente pasional que resulta al actuar sin
pensar: puro “sentimiento”. Lo peligroso del fenómeno de la hinchada política es lo irracionalmente
pasional que resulta al actuar sin
pensar. Si la política sigue el fenómeno del fútbol, su militancia podría
estar festejando el penal que no fue o estar insultando al árbitro por sacarles
una tarjeta roja cuando correspondía… Porque no importa la razón, no importa la verdad, solo importa la
propia victoria a cualquier costo, y salir a festejar. Pero, ¿qué?
Auspician la nota:
Guantes de box “El
Guillote Angoleño”
Medios multi-medias
“Clarín Miente”
El rock de la cárcel con
la guitarra de “El Amado Vudú”
Luis Vuitton y hoteles
patagónicos “Nacionales y Populares”
Las Inglesas Mineras son “Argentinas”, soberanía de la buena.
Y, obviamente: “Él”.
Es increible que aún mantengas el buen humor.
ResponderEliminarLástima que ya no puedas ir más a la cancha y que debas conformarte con que Racing no baje a la B.
La característica de los argentinos, nos hermana con las hinchadadas de futbol. Es decir, somos todos una manga de hichas...
Y yo soy la más ferviente hincha tuya,
te ama,
mamá.
Que vos "me HINCHABAS" ya lo sabía! Por eso voy a terapia!! ;) jaja broma!
ResponderEliminarGracias!!! Besos!!!!
Muy bueno el paralelismo. Muy malo que sea cierto.
ResponderEliminarMe alegra que hayas empezado a escribir de nuevo. Ojalá sigas apostando a la literatura :) Este es un comienzo...
Hace mucho que no me tomaba tiempo para leer sus relatos..., me arrepiento de tal pecado, pues cada día lo hace mejor.
ResponderEliminarEs los suyo, me encantaron, igual piensa papá.
Con orgullo de ser su...
Madre..., siga en ese camino, pues camina muy bien.