Queremos democracia. Queremos libertad. Dejemos expresar a los pobres demandando su dignidad. Dejemos que corten las vías expresando su necesidad. Mientras nosotros frenamos y miramos su inmensa falencia letal. Dejen que alcen sus banderas, que agiten sus estandartes, que nosotros frente a la tele manifestamos nuestro profundo apoyo fraterno. Echen a las botas de verde, echen a los azules, echen a todos los colores, menos esas banderas negras y rojizas y a sus fieles y bronceados seguidores.
¿Qué está pasando muchachos, que ya nadie está llegando temprano y que no hay paro que se haya anticipado? ¿No será que de tanto en tanto se nos está yendo la mano? Miren esa ambulancia que está buscando un atajo. Mientras esas sirenas suenan, le bloquean más y más el paso. ¿Qué pasa con aquellos compañeros que cortan esa avenida? ¿Los cortes no eran sólo por comida y no simplemente por monedas de ajuste inflacionario?
Esto se está yendo de mambo. Todos perdieron el sentido de reclamo. Mientras suenan y suenan tambores, esos muchachos comen chorizos y hacen tiros al arco. ¿Qué importa ya si es por hambre o por un techo digno? La última no recuerdo incluso, si era siquiera por un algún pedido. Es que estos tipos te cortan y no les importa un pepino. Mejor replanteemos el asunto y saquemos a los caninos, que al correrlos de las plazas, seguro se acuerdan quién es el vecino.
Es que ya no importa que nosotros mismos seamos también rehenes de nuestro destino. Si ha de haber colores en aquellas plazas, que sean tan solo diversos tonos de verdes, marrones y algún amarillo. Ya no nos importa la democracia. Ya no nos importan las libertades. Si alguna vez quisimos libertades, sinceramente ya no recordamos nuestros motivos.
DON SOS